lunes, 4 de abril de 2011




Día mundial del…¡Agua va…!


Un proverbio chino nos alienta hacia el recuerdo responsable del agua indicando: “Cuando bebas agua acuérdate de la fuente”. Sabias palabras para las aguas-tiempos que corren. Por qué hay evidencias de que ya no basta con cerrar el grifo. El volumen de nuestro líquido elemento que atraviesa nuestras gargantas para convertirse en un nutriente básico de nuestros cuerpos o el que se va por el desagüe cuando lavamos esos mismos cuerpos es mínimo en comparación con el contingente de este vital fluido que es utilizado para producir bienes o servicios. Por todo ello, tanto los responsables medioambientales, los productores de esos bienes y servicios así como los consumidores debemos tener en cuenta nuestra “Huella de Agua”. Curioso término no exento de un cierto halo de histrionismo ecologista. Una metáfora que nos puede servir para evitar los problemas que puede ocasionar su ausencia o su deficiencia. Problemas que como no podía ser de otra manera se relacionan con el consumo insostenible y la mala gestión de este preciado recurso.

La huella de agua destaca en última instancia la ausencia generalizada de un crecimiento económico adecuadamente sostenible, a pesar de las numerosas verbalizaciones en sentido contrario. Un desarrollo que supone que los diferentes países de nuestro entorno y por que no…también del infinito y más allá; así como, por supuesto, todos sus correspondientes habitantes consuman más agua de la que realmente se les asignaría por su disponibilidad real. Desde otra perspectiva la huella de agua está estrechamente ligada al concepto de “agua virtual”, término ecléctico donde los haya, que consiste en cuantificar la cantidad de “agüita” empleada en elaborar, empaquetar y transportar los productos de consumo. El agua virtual nos debe acercar al conocimiento de que los consumidores no sólo utilizan este líquido cuando beben, se duchan o riegan las plantas de su jardín, sino también cuando comen o se visten. Asimismo, esta húmeda huella tiene en cuenta el uso que se da de este líquido (…y ya se sabe, para gustos los colores): El “agua azul” es la destinada a producir bienes y servicios; el “agua gris” es la que acaba contaminada en la producción de dichos bienes; y el “agua verde” la que se encuentra en el suelo, procedente de la lluvia.

En el caso de nuestra nunca bien entendida España, su huella hidrológica hace referencia al agua, tanto la que nos abastece y procede de nuestras propias fuentes, llamémosle el agua española, como aquellas otras prestadas por la ingeniería de los trasvases o por la generosidad de las cuencas compartidas con otros países, llamémosle el agua importada; usadas ambas, eso si, para producir los bienes y servicios consumidos por todos nosotros.

El agua para beber -entre 2 y 5 litros diarios- y la que hacemos discurrir para nuestra higiene y para las obligaciones domésticas (entre 50 y 200 litros) son una parte pequeña comparada con los 2.740 litros de agua virtual consumidos diariamente. La explicación de esta enorme huella hídrica se debe al balance neto negativo entre el agua que se “exporta” y se “importa”: con un total de un millón de litros consumidos por habitante al año, además requerimos del exterior unos 350.000 litros por persona. Así pues, es importante saber qué cantidad de agua se destina a sectores intensivos en el uso del agua, como la agricultura o la ganadería, y en qué medida se importa o se exporta a la hora de saber la huella de agua en un país.

Descendiendo ya al terreno de los bienes y servicios conviene señalar que España importa muchísima más agua en forma de cereales y piensos, fundamentalmente para alimentar al ganado, que la que exporta en forma de frutas y hortalizas. Por ello, si no se diese este “comercio de agua virtual”, los españoles sólo podrían comer como máximo la mitad de carne que consumen actualmente. Por lo tanto cabe colegir que los consumidores son parte importante de este proceso, puesto que pueden priorizar los productos con menos agua virtual, reducir el consumo de los que tengan más o exigir la implantación de sistemas más eficientes de gestión del agua. Para ayudar a este objetivo, se sugieren programas específicos de concienciación y hasta la implantación de un sistema de etiquetado de los productos con la cantidad de agua virtual empleada. El fin último, de estas propuestas –como no podía ser de otra forma- es celebrar los venideros días mundiales del agua con un mayor y más equitativo equilibrio. Con ese filantrópico deseo…¡Agua va…!




Carlos Norman Barea.
Profesor Asociado de Ecología Univ. Cádiz.

sábado, 22 de noviembre de 2008




S.O.S. DESDE “CALA PÚTRIDA”


Soy una estrella rutilante. Hago palpitar mi deslumbrante luz en el inalcanzable firmamento de un mar de incertidumbre. Gracias a ello, puedo atraer la atención de aquellos que quiero que me escuchen y entiendan. ¡Ya saben,… ser famosa/o tiene sus ventajas!. Y, aunque sólo sea por eso, ya he conseguido que lean hasta el próximo punto.

Como otras muchas estrellas vivo en la costa, muy cerca de la playa. ¿Por qué?. Bueno,…a quien no le gusta el clima templado, con suaves temperaturas, una cierta cálida humedad y como no, un agua templada para esos interminables baños al atardecer de cualquier época del año. ¿Quién da más…?

Como otras muchas estrellas tengo mis caprichos. ¿Oiga, qué pasa…?. Todos tenemos nuestras necesidades. Tengo que reconocerlo, me gusta el agua limpia. Me “encaaanta” ese líquido es su estado puro: agua incolora, inodora y ligeramente salada si, como en nuestro caso, hablamos del Mar Mediterráneo.

Vivo en las piedras. Quiero decir que mi dulce morada tiene sus cimientos en las raíces profundas de un acantilado. Así, puedo disfrutar de unas excelentes vistas sobre la mar abierta, sobre las puestas de sol, sobre la rompiente de las olas, sobre la turbidez del mar de fondo o las brumas de poniente y, en algunas ocasiones –cada vez más frecuentes- sobre esas, hasta ahora, desconocidas hordas de medusas que tanto revuelo levantan entre los veraneantes de todo tipo.

Y es que yo, también soy veraneante pero, además soy “otoñante”, invernante y “primaverante” y, si me apuran –buscando una rima fácil- tendría que reconocer que también soy intolerante. Intolerante al olor fétido de los emisarios; intolerante al ocre grisáceo que flota en la superficie del mar como una bandera de continencia a la renovación del agua; intolerante al ruido inaudible e insolente que desde dentro del mar arroja delfines, calderones y zifios a las arenas de nuestras playas; intolerante, como no, a esas mismas arenas que en el fondo de nuestro litoral se adornan con neumáticos, viejas lavadoras, latas de inimaginables formatos y colores, plásticos y vidrios como para que, cualquier contenedor de reciclaje –de esos verdes que todos conocemos- se ponga, cuando menos, morado.

Desde mi posición privilegiada, hace tiempo que tuve la oportunidad de permitirme hacer incursiones en el mundo submarino. Bucear en esos espacios difíciles, recónditos e inexplorados, al menos eso creía yo, hasta que se me ocurrió sumergirme un plácido y soleado domingo de principios de agosto cerca de unas lanchas neumáticas que enarbolaban unos llamativos carteles multicolores, donde se podía leer: PADI. Extraña palabra, de no sé muy bien qué lengua, pero con una clara identificación semántica con otra palabra de la lengua inglesa: Overbooking…; es decir que allí había más gente que en el salto a la reja del Rocío. Sea como fuere, aun mantengo mi afición al buceo. Y bucear me gusta. Bucear en la historia de nuestro litoral Mediterráneo. Bucear en la vida y milagros de esos sorprendentes seres vivos que se manejan en el fondo del mar, con la misma facilidad que yo... Quiero decir, con la misma facilidad que yo lo hago en los escenarios que me han catapultado hacia el estrellato y la fama.

Bucear en la historia de nuestro Mediterráneo, es indagar en un inventario de ocasiones perdidas; oportunidades para haber evitado los vertidos de hidrocarburos, ocasiones para haber contenido la explotación de los recursos pesqueros antes de que éstos hubiesen llegado a la actual situación de sobreexplotación, episodios fallidos donde la esperanza albergada en cientos de papeles que sustentan declaraciones, protocolos, conferencias y acuerdos para la protección del mar, haya quedado convertida en un fajo de papeles mojados, sin ni siquiera tocar el agua salada.

Bucear en la memoria del agua de mar es, como intentar aprehender los esquivos recuerdos que vagan por el aire. ¡Vaya, algo parecido a comer sopa con tenedor!. Es, por así decir, un ejercicio de autosuficiencia intelectual; Es, en definitiva, una pérdida de tiempo…, eso si, necesaria. Digo que es necesaria porque, para un personaje del “famoseo”, como yo, al que generalmente se le suelen atribuir escasas dotes de reflexión. ¡…Quizás, estos parrafillos…puedan ayudarme a redimir algo de la inevitable fama que me precede, a pesar de mi inexistente culpa!.

Sin embargo, todas esas dificultades encontradas para evaluar como afecta el paso del tiempo a una masa de agua, no lo son tanto cuando el análisis se desplaza aun trozo de nuestro litoral, a un pedacito de costa constreñido entre las cuatro letras de la palabra “cala”. Y es que la cala donde yo vivo, cuando me instalé, era casi un paraíso donde las noches de luna llena los peces cuyo epíteto hace mención a ese mismo satélite, componían un juego de espejos que reflejaban los haces de luz en un indescriptible espectáculo luminotécnico. Donde las estrellas como yo, encontrábamos la calma y, donde la huella del hombre, se allanaba con la cadencia de las mareas, no era persistente y, desaparecía con la llegada de la pleamar. Era “Cala mágica”. Mágica porque me ejercía una irresistible atracción, un magnetismo de complicidad y una serenidad que no he podido volver a recuperar. Hoy, aquel trocito de Mediterráneo, bálsamo para la agitación y refugio frente al desarrollismo devastador; ensenada donde los rizos de las olas daban paso a la languidez de una mar emplatado. Un escondite para bucaneros que me enamoró y que hoy, se ha convertido en algo muy distinto. Hoy, mi hábitat, mi casa, mi espacio vital ha cambiado de adjetivo. Hoy es:“Cala Pútrida”.

Cantaba Joan Manuel Serrat: “…soy del Mediterráneo”. Yo también. Soy una estrella del Mediterráneo y –tal vez, me esté repitiendo más de la cuenta-, a pesar de ello quiero irme. Me da pena pero, quiero partir hacia otras calas. Mis últimas lágrimas las vertí al comprobar como desaparecen sin aparente explicación las praderas de fanerógamas marinas, las esponjas, los pólipos… mi cala está enferma. Y yo, -insisto- soy una estrella; pero, simplemente, soy una estrella de mar que, en un postrero epitafio, para quien pudiera estar interesado; únicamenete quiere dejar constancia de su desánimo y preocupación. Y emitir en un interminable eco un exclusivo, lacónico y definitivo mensaje: S.O.S.


Carlos Norman Barea.

miércoles, 4 de junio de 2008

VEAMOS COMO SACARLE LOS COLORES AL MAR...

Ambos sois tenebrosos a la vez que discretos:
Hombre, nadie ha explorado tus abisales fondos,
¡Oh mar, nadie conoce tus íntimas riquezas;
Tanto guardáis, celosos, vuestros propios secretos!

EL HOMBRE Y LA MAR.
Charles Baudelaire.


HOY DÍA MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE, VEAMOS COMO SACARLE LOS COLORES AL MAR...

Tal vez haya aún alguien que no conozca, como cambian los colores debajo del agua... es posible. Pero estoy seguro que una gran mayoría está posicionada justo al otro lado de esa barrera del conocimiento. Por lo tanto, ahora que está tan de moda, hagamos gestión de ese conocimiento y, si lo hacemos de manera correcta, encontraremos una singular paradoja. El color del mar cambia de forma imperceptible para nosotros los humanos, así pues deberíamos ser conscientes de que aquello que el mar nos deja ver, al menos a primera vista, es distinto de lo que en realidad es; por lo tanto podríamos colegir que asistimos y hemos estado asistiendo a una gran mentira. Pero lo peor es que esta tautología es cierta.

Vamos a ir desgranando esta aparente complejidad mediante una serie de sentencias para la reflexión:

1. Es falso que el litoral español esté aún a salvo de alteraciones irreversibles. El color sepia y ocre del papel que sustenta estas ideas no puede encubrir la falta de implementación general de una gestión integral de las zonas litorales que armonice y module las diferentes presiones de origen marítimo, urbanístico, medioambiental, agrícola, etc.
2. Es falso que las pesquerías estén aún en una fase de aceptable sostenibilidad. Y el gris gelatinoso de las recientes oleadas veraniegas de medusas pone en evidencia la falta de peces depredadores que controlen a estos urticantes Celentéreos. También arroja una aclaradora luz blanca sobre este asunto, el cada día mayor volumen e importe que adquieren las importaciones de pescado de terceros países.
3. No es verdad que los hábitats marinos y las especies, que en ellos habitan, estén protegidos y protegidas; Simplemente están catalogados y catalogadas. ¿O es qué hay alguien que pueda pensar seriamente que la actual protección es eficaz frente a la competencia de especies exóticas introducidas por las negras aguas de lastre, carentes de control alguno, o frente a la desarmonización legislativa y reglamentaria de los distintos países que conforman las orillas opuestas de nuestros mares comunes – por citar algunos, entre los muchos, problemas coyunturales que existen-?

Pero hablábamos de colores y, resulta que también –inevitablemente- tenemos que hablar de luces. Luces y sombras: ¡Claro está!. Y todo esto es así, porque como decíamos el color bajo el agua no nos dice demasiado. Por el contrario el brillo de un color nos da mucha más información. Si el brillo o luminosidad es excesivo, los colores resultarán muy blanquecinos y tenues hasta casi ser imperceptibles. Si, por el contrario, el brillo es muy bajo, es patente la pérdida de color, hasta casi desvanecerse completamente. El color rojo a la luz de un sol brillante es un color vivo, sin embargo a la luz refractada por el agua, el rojo es gris y a mayor profundidad, iluminado por ráfagas bioluminiscentes de luz fría, se convierte en negro (Motivo gracias al cual las gambas rojas pasan desapercibidas ante sus depredadores, incapaces de discernir que parte de su negro entorno es comestible). La teoría física que sustenta este fenómeno nos dice que la luz solar está formada por las radiaciones de diferente longitud de onda que constituyen el espectro visible. Estas radiaciones son absorbidas, de manera distinta, por el agua del mar. Así, las radiaciones rojas y anaranjadas del espectro visible son absorbidas antes que las verdes, las azules y las violetas. Esto provoca que en aguas profundas el extremo rojo del espectro esté ausente mientras el verde-azul se hace más visible.

Cuando se habla de colores irremediablemente hay que hablar de tonalidades. El tono permite distinguir los colores entre sí y, los tonos de un mismo color –en el agua- generan contrastes que permiten ver los objetos y las formas con una mejor perspectiva. ¿Quién sabe?. ¿Quizás este sea el camino para encontrar la verdad sobre nuestras aguas y nuestro litoral?. Ya que, como señaló Kandinsky los colores cálidos (entre el verde y el amarillo) producen una sensación de desplazamiento hacia el espectador que, favorece la aparición de procesos de identificación; es decir, definen un movimiento centrípeto de la actividad observadora. Los colores fríos (entre el verde y el azul) producen una sensación de alejamiento del espectador que, favorece la aparición de procesos de distanciamiento con respecto a la representación, definiendo un movimiento centrífugo en la actividad de observación. ¿Tal vez, todo se reduzca a invertir los términos, la apreciación y las sensaciones que hasta ahora vienen produciendo los colores?. Valga a tales efectos como eslogan: “ Señoras y Señores acérquense al azul del mar que no pincha...”

Colores, al fin y al cabo: grises, negros, blancos...
Gris, para la indecisión gubernamental que ha conducido a un litoral amenazado por el cambio climático y a unos usos y servicios cada vez más comprometidos y cuestionados.
Negro, para el oscuro barniz con que la contaminación, de muy distintos orígenes, cubre las aguas, las playas y las ilusiones –Chapapote sobre la responsabilidad ambiental colectiva -.
Blanco, para el entusiasmo de los que aún pelean por invertir el proceso de degradación ambiental que nos engulle día a día.

El color en esta nueva dimensión actúa como un elemento de comunicación; pero ese mismo color bajo el agua, donde la turbidez dificulta la transmisión por el canal de comunicación habitual, deja paso a otras fórmulas de interrelación informativa. Y así, para los peces significa mucho más un olor, un sabor, un roce o un leve sonido. Hasta tal punto llega esta especialización que el Profesor Marshall de la Universidad de Queensland (Australia) demostró que no todos los peces ven lo mismo; los animales vinculados a los fondos de nuestras costas, los denominados animales bentónicos, no perciben las mismas imágenes que los denominados animales pelágicos o de aguas abiertas; su sensibilidad a la luz es distinta y diferente también a las imágenes que percibe el hombre. Gracias también a Justin Marshall, ahora se sabe que muchos peces pueden ver la luz ultravioleta; esto hace que visualicen el zooplancton de color negro y que, consecuentemente sea más visible en el agua”. Es decir, el zooplancton que el ojo humano ve transparente o blanquecino, para los peces es negro y eso implica que ven cosas que nosotros no y, perciben los colores y los tonos de manera distinta. De nuevo este recorrido por la biodiversidad cromática, nos aboca a la hipótesis que se planteaba en los párrafos anteriores: ¿Serán estos argumentos los que sustentan nuestra dificultad para diagnosticar de la manera más acertada, cual es el estado real de nuestro medio ambiente marino?. Quizás veamos cosas diferentes, colores diferentes –algo así como un daltonismo sensitivo -, formas diferentes y diferentes planos de proyección para apreciar la magnitud del conflicto –una especie de distorsión geométrica -; sin duda, todas estas apreciaciones son graves patologías tanto para el hombre como para el mar, incluso para la unicidad de su fusión que ya anticipó Baudelaire. Aunque, también, cabe la posibilidad de que, como señalábamos al principio, todo sea simplemente una verdad a medias, que como se ha reiterado hasta la saciedad bien puede ser una gran mentira o la mitad de la verdad que nos interesa revelar. ¿Quién sabe...?.


Carlos Norman Barea.
Profesor Asociado de Ecología.
Universidad de Cádiz.

martes, 26 de febrero de 2008

PENSANDO EN LAS MUSARAÑAS.




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PENSANDO EN LAS MUSARAÑAS.

De vez en cuando subo a los Tres Juanes y me complace mirar a lo lejos, hasta que la vista pierde la noción de la realidad de las formas. En esa incertidumbre del horizonte soy feliz –¡Ojos que no ven, corazón que no siente!-. Cuando bajo la vista, la nebulosa vaga, ambigua e imprecisa se torna densa y aparecen para asombro de mis pupilas – sin lirismos: entendederas- una infinidad de volúmenes dispuestos en el espacio como un caprichoso domino. Paralepípedos gris asfalto donde había planos verdes; infinitas bandas paralelas de un negro zaino, donde antes el ocre de la tierra se dejaba adornar por mantones de amapolas. Cierro de nuevo los ojos y una pujante idea me atenaza el conocimiento: “Estoy pensando en las musarañas”.

Las musarañas hacen nidos esféricos de hierba que suelen alojar en pequeñas oquedades e irregularidades del terreno. He descubierto como al caer la tarde abandonan el calor del hogar y salen a cazar grillos en los bordes de las acequias, después se pasean hasta la linde de las choperas y juraría que, al resplandor de la luna llena, suspiran; aunque todavía no he conseguido averiguar por qué.

Desde lo alto de Sierra Elvira, cuando el rocío de las hojas aún brilla bajo los primeros rayos de la mañana, se ven inmensas columnas de cajitas metálicas de muchos colores y formas que, a paso lento y con la intermitencia puesta para evitar colisiones, se dirigen hacia otro conjunto de Paralepípedos aun mayor que yace lánguidamente a los pies de la denominada colina del castillo rojo. Las filas indias de cajitas con ruedas se regulan a impulsos controlados por cambios en las luces de colores de los semáforos. Idolos pintados de rojo, verde y amarillo que se erigen en los lideres espirituales de la mañana para miles de habitantes del cinturón de Granada.

Luz roja: tiempo para pensar en la dura labor de levantarse todos los días; tiempo para repasar las condiciones alienantes del trabajo diario y monótono. Luz amarilla: tiempo para la moderación; tiempo para recordar esas cosas que nos benefician a casi todos: comer menos, hacer más deporte, jugar más con los niños, pasear más y –como no- hacer propósito de enmienda. Y luz verde: tiempo para despegar la apatía y el tedio de nuestra cotidianeidad, también -como siempre- tiempo para la esperanza.

Cambio de luces y cambio de tercio. Cambios de colores y cambios de pensamiento. Y otra vez, inexorables, las musarañas vuelven a rondarme y sus agudos sonidos interrumpen mi discurrir, como si quisieran avisarme de algo. Tal vez esa preocupación por sus congéneres y amigos se deba a que las musarañas están imbuidas por un espíritu colectivo que las arropa desde su más tierna infancia; no en vano, a la semana de nacer forman una caravana de crías, que sirve como una especie de transporte colectivo para toda la familia, con gran ahorro de energía por su parte, ya que las posible pérdidas o despistes de alguno de los alevines se reduce a cero, con lo cual la eficacia en recorrer los caminos todos juntos en el menor tiempo posible y con el menor gasto energético aumenta enormemente. Pero no acaban aquí las múltiples habilidades de las musarañas; en invierno forman nidos comunales, lo que nuevamente supone otro ahorro de energía en termorregulación, ya que la llevan a cabo conjuntamente.

Hay mucho que aprender de las musarañas. Pero no nos engañemos apreciados lectores quien podría imaginar a una comunidad de propietarios de alguna de esas maravillosas colecciones de Paralepípedos -¡Perdón, quería decir casas adosadas!- compartiendo caravanas de autobuses hacia el centro de Granada. ¿No?. Bueno, la verdad es que yo tampoco soy capaz de visualizar semejante animalada. Pues, aun sería más disparatado pensar en toda una comunidad de vecinos termorregulándose alrededor de la chimenea del propietario del entresuelo izquierda; ... pues va a ser que no, para que nos vamos a engañar; ¿Aunque me queda la duda de averiguar si, no ahorrar energía pudiera ser que nos ocasionara mayores problemas en un futuro no muy lejano?

He regresado a mis contemplaciones desde un escarpado farallón que deja a sus pies la sima de Raja Santa y allí, en lo alto, puedo apreciar como en pocos sitios más, el enorme atractivo del silencio; por el contrario en las llanuras de esa vega que se debate entre su conservación y su usurpación, el ruido reina despiadadamente: bocinas abriéndose paso a golpes de estridencia, motores rugiendo de impaciencia y gritos de toda procedencia -¿Es todo pura coincidencia?- Bueno, ripios aparte, el sonido ha invadido nuestras vidas, ha colonizado nuestros hábitats urbanos y, lejos de las tonalidades moderadas que se escuchan en la naturaleza se ha implantado entre nosotros con un ritmo machacón y altisonante. Tenemos ruidos urbanos en la calle, ruidos domésticos en la casa, ruidos amordazados en la noche y ruidos despendolados durante el día, e incluso ruidos compulsivos en nuestra privacidad. Otro tanto igual sucede en el universo de las musarañas, si bien ellas lo llevan peor y el ruido ha conseguido desplazarlas de sus casas hacia otros sitios más silenciosos. Esperemos que, al menos, nosotros seamos capaces de acallar esos ruidos que nos molestan antes de que tengamos que mudarnos como les ha pasado a esos simpáticos roedores que nos acompañan durante el transcurso de esta reflexión; o lo que aun podría aumentar más nuestras pérdidas –auditivas y ambientales-, es decir, que aprendiéramos a convivir con ellos, como subsiste un enfermo crónico con su enfermedad; Prozac para los ruidos matutinos y Transilium para los nocturnos, Tonopán para las altas frecuencias sonoras y Valium para la bajas. No, definitivamente: “Más silencio y menos tranquilizantes”. Piensen más en las musarañas, quizás así ellas nos puedan ayudar y transferir su recóndita pócima secreta para inmunizarse frente al ruido.

Abajo, en la llanura, en el entorno de las urbanizaciones el olor cambia. El olor que envuelve a las musarañas es limpio, es aromático, suave y fugaz; es la esencia de la vega. El olor de las zonas urbanas es rancio, denso, irritante, en determinadas ocasiones y circunstancias nauseabundo: “Eau de cloaca”. En ocasiones he podido comprobar como las musarañas se lavan, insistente y concienzudamente, después de atravesar algunas huertas que, por desidia, han caído en el abismo de convertirse en un vertedero incontrolado, insano, inmundo, impresentable, indecente y algunos otros cuantos adjetivos más que también podrían empezar por “in”. Da la sensación de que las musarañas odian los malos olores; otra vez más las afinidades entre musarañas y humanos a la palestra. A nosotros también nos gusta el aroma agradable de un bosque, de una fruta, de una flor; no obstante, en ciertos momentos, las condiciones higiénicas de nuestras ciudades, la salubridad de nuestros darros, la estanqueidad de nuestros contenedores y nuestro ritmo de generación de residuos nos hacen sospechosos de dejadez, en esa carrera contrarreloj por alcanzar la utópica imagen idealizada de ciudad dormitorio con aroma a pino y lavanda.

La última noche de San Juan estuve de nuevo contemplando el horizonte desde las elevadas atalayas de Atarfe. Había luna llena y la conjunción de suaves brisas y humedades hace de los prados colindantes al río Genil un paraíso nocturno, donde cientos de musarañas se congregan. Son las hogueras de San Juan pero sin evento pirotécnico; es la feria de “Graná” pero con bastantes menos vatios; Rebujito, faralaes y farolillos adaptados al tamaño de unos bichos que oscilan entre 5 y 8 cm de longitud y que suelen pesar no más de 12 gramos; fiesta para musarañas pero sin luminarias, por que la electricidad y la noche de las musarañas son antagonistas. La noche para algunos es inquietud, para las musarañas es calma; la oscuridad


encubre defectos, pero también oculta destrezas; para las musarañas yacer bajo el mismo manto negro con el que se arropa la luna, es sentir la plenitud de un día cualquiera, para el hombre arroparse con ese mismo manto supone reconocer las horas bajas de su plenitud. Luces y sombras. Artificio y naturalidad.

A pesar de todo la noche más corta del año observada pausadamente desde los contramuros de la Ermita de Atarfe tiene un atractivo irresistible; no es necesario encender hogueras, se produce una auto-ignición en cada uno de los corazones que tienen la oportunidad de disfrutar ese espectáculo gratuito de miles de rutilantes puntos blancos incrustados en una matriz negra, opaca e incierta. Sin embargo todo es un espejismo; el fabuloso invento de Thomas A. Edison es consustancial con el ambiente dócil del medio urbano –unas cuantas bombillas en el lejano horizonte no es una infinitud de estrellas en un cielo inalcanzable-. Poner incandescente un filamento en un vacío artificial, es una practica integrada en la domótica de nuestro pensamiento urbanita, es una manufactura para centenares de calles, para millares de pisos, de coches y de electrodomésticos. Para la nocturnidad de las vegas de Granada la luz artificial es un elemento extraño, como lo es para las musarañas y, como quizás también debiera serlo para nosotros.

Sin embargo cuando amanece, las sensaciones cambian y la luz solar del nuevo día incita al movimiento; Nuestro espíritu se pone en marcha y crece la avidez por conocer nuevas gentes y nuevos mundos. Nuestros abuelos para esta catarsis mañanera utilizaban los antiguos caminos de herradura bordeados de olmos, álamos, fresnos o serbales que comunicaban entre sí las desperdigadas villas de eso que ahora se denomina realidad nacional y antaño solar patrio. Las generaciones siguientes vieron como se sustituían las alamedas y olmedas de los márgenes de los caminos por otra cosa que vinieron a denominarse arcenes y que supusieron la generación casi espontanea de aquellos primeros parterres y rosaledas que intentaban compensar las pérdidas, decorando con mercaderías verdes el centro de los cascos urbanos; también propiciaron la creación de los primeros servicios de parques y jardines en numerosos ayuntamientos y municipios de nuestro país, finalmente dieron lugar a nuestros hoy, insustituibles, espacios verdes urbanos y periurbanos.

Pero a día de hoy, para sorpresa de propios y extraños, por fin –sin habernos dado cuenta- tenemos lo que no queríamos (Noto como las musarañas empiezan a rondarme por la cabeza). Es decir, hemos perdido esa sensación de que salir a pasear, era como asomarse a un precipicio insondable; traspasar el límite marcado por la última casa de nuestro pueblo era echar un vistazo a la infinitud del “CAMPO”, a la grandiosidad del paisaje sin acotaciones o a la magnanimidad del horizonte que les permitía disfrutar de esas lejanas, a la vez que próximas, e inacabables puestas de sol.

Hoy paseamos por los centros comerciales y las musarañas se echan el rabo a la cabeza –no tienen manos- mientras murmuran: “...hormigón y ladrillos hasta para desahogarse”.

Formas, sonidos, olores, contrastes y sensaciones. Ya saben todo cambia, no lo digo yo, lo dijo el inglés James Prescott Joule, allá por el año 1840, en los primeros enunciados de la ley de conservación de la energía: “La energía no se crea, ni se destruye; solo se transforma”. Pero hay transformaciones que no deberían haberse contado; aseveración, que no por casualidad, ya también fue dicha por Albert Einstein: “No todo lo que se debe contar, es contable; ni todo lo que se ha contado, cuenta”.

Así pues, cada uno según su propio criterio, cuente lo que tenga a bien contar y, sobre todo cuenten con las musarañas; pudiera ocurrir que nos deparara ser, moderadamente, algo más felices. Que así sea.


Carlos Norman Barea.

viernes, 28 de diciembre de 2007

QUE COSAS TIENE MI COSTA....




El escenario natural: Mar Mediterráneo:


El mar Mediterráneo se extiende en un área de 2´5 millones de kilómetros cuadrados con una anchura aproximada de 3.800 Km de este a oeste y una distancia máxima norte-sur entre Francia y Argelia de unos 900 Km.Es un mar cerrado que conecta con el océano Atlántico por el estrecho de Gibraltar, un pasillo de unos 15 Km de anchura y 290 metros de profundidad, y con el mar Negro por el estrecho de los Dardanelos, que tiene una anchura máxima de 7 Km y una profundidad media de 55 metros. A lo largo de litoral predominan las costas rocosas, con acantilados que llegan a 150 metros en las costas españolas o hasta los 1.000 metros en las de Croacia.

Las playas arenosas y extensas son características de las zonas litorales relacionadas con los grandes ríos que fluyen hacia el mar Mediterráneo, éstos no son muchos, destacando el Nilo, el Po y el Ebro, entre otros.

Climatología

El clima Mediterráneo es característico por sus inviernos templados, húmedo y ventosos y sus veranos cálidos, secos y relativamente en calma. Las características estacionales están directamente relacionadas con el movimiento y desarrollo de los grandes sistemas de presiones: el anticiclón permanente de las Azores, el gran anticiclón continental de Eurasia y las bajas presiones sobre el desierto norteafricano y el Atlántico tropical.

Los efectos orogénicos de los continentes que rodean la cuenca son fundamentales para el movimiento vertical de las masas de aire dando lugar a vientos regionales y locales como el Vendaval, un viento del oeste que fluye a través del estrecho de Gibraltar hacia el mar de Alborán, entre España y Marruecos.

Las precipitaciones durante la estación húmeda, desde finales del otoño a principios de la primavera, alcanzan mas del 90% del total anual. Se reducen hacia el sur, pero la distribución geográfica depende de la orografía.

Hidrografía y oceanografía

Las cuencas fluviales se consideran generalmente pequeñas, siendo una de las principales la de Ebro con una extensión de 84.000 kilómetros cuadrados. El mar Mediterráneo se caracteriza por una gran evaporación, principalmente bajo la influencia de vientos fríos y secos. Podría decirse que forma una “cuenca de concentración”, porque la evaporación sobrepasa al total de precipitaciones y escorrentía fluvial, resultando un déficit de agua dulce que es compensado por la entrada desde el Atlántico por el estrecho de Gibraltar y desde el mar Negro por el estrecho de Estambul.

Las aguas que entran desde el Atlántico son más cálidas y menos salinas por lo que el Mediterráneo exporta sal e importa calor. Los flujos de la circulación general, afectan a regiones costeras e influyen en gran medida en la dinámica de las corrientes locales. La variación del nivel del mar es baja y producida fundamentalmente por diferencias de presión y mareas. La amplitud de las mareas es muy pequeña y predominan los efectos semidiurnos.

Oceanografía química

El mar Mediterráneo tiene unos niveles de nutrientes bastante bajo. Este déficit en el estrecho de Gibraltar depende de las concentraciones del agua que entra y sale. El agua superficial que entra, es pobre en nutrientes directamente disponibles para la fotosíntesis, además la concentración disminuye con su propagación por el mar, debido a la mezcla con agua más pobre en nutrientes y a la actividad biológica consumidora.

En la zona de aguas profundas que fluyen desde el Atlántico, se forman gradientes de densidad que impiden su intercambio con el Mediterráneo. Por otro lado, el flujo hacia el Atlántico de la mezcla que se da en el estrecho de Gibraltar, constituye una perdida continua de nutrientes de la cuenca Mediterránea. A pesar de que el mar Mediterráneo se considera un mar oligotrófico, de forma local y temporal se pueden encontrar grande biomasas planctónicas
Una característica del Mediterráneo es que su relación nitrato / fosfato difiere de la del resto de océanos abiertos, parece ser una excepción donde el fósforo es el factor mas limitante.

Por lo general la vida marina del Mediterráneo se caracteriza por tener poca biomasa y gran diversidad, con presencia de fondos blandos y fondos duros, y donde destaca sobre todo los fondos de Posidonia. El ecosistema más típico y mejor conocido esta representado por la planta marina Posidonia oceánica, que se desarrolla formando extensas praderas a profundidades entre los 25 y 40 metros. Existen otras importantes zonas de biodiversidad como son las coronas de algas calcáreas formadas por Lithophyllum lichenoides, las cuevas marinas que albergan especies raras de carácter endémico como el coral rojo y las esponjas, y las comunidades coralígenas.

La distribución de las especies del Mediterráneo no es uniforme, siendo mayor en poniente que en levante y variando además en función de la profundidad. Con respecto al Atlántico, las comunidades marina mediterráneas son más ricas en especie, pero éstas son de menor tamaño y su ciclo vital es más corto. El conjunto de animales y organismos vegetales que viven estrechamente relacionados con los fondos marinos constituyen el bentos. Éste se distribuye por el fondo marino en cinturones paralelos a la superficie del mar, en función de los factores ambientales que existen en el eje vertical.

Las zonas en que se divide el fondo Mediterráneo son dos: el sistema litoral donde llega la luz y se desarrollan organismos vegetales, y el sistema profundo donde no llega la luz ni existen organismos vegetales. A su vez el sistema litoral se subdivide en cuatro zonas:

1. Supralitoral: zona que prácticamente nunca esta sumergida y se humedece generalmente por salpicaduras de oleaje o el rocío del mar. Las comunidades de este lugar son pobres en especies y homogéneas a escala mundial, debido a las duras condiciones de vida (insolación, variación de temperatura, falta de agua...).

2. Mediolitoral: zona inmediatamente por encima del nivel del mar, sometida por el oleaje y en la que los organismos que la habitan son especies que no sobreviven a una inmersión constante.

3. Infralitoral: Su limite superior se caracteriza por estar formado por organismos que requieren una inmersión constante y su limite inferior por la desaparición de organismos como las fanerógamas marinas y las algas fotófilas.

4. Circalitoral: El limite inferior dominado por fanerógamas marinas y algas fotófilas y el inferior donde llegan las algas multicelulares.

A su vez existen dos tipos de fondos marinos, los fondos rocosos recubiertos en su mayoría por una capa continua de organismos y los fondos blandos, formados por partículas sueltas y en el que se pueden observar pocas especies animales y vegetales.

Dentro de los fondos blandos existe una baja diversidad de organismos que viven encima del sustrato (epibiontes) debida a la inestabilidad de los fondos, al estar sus partículas en constante movimiento producido por el oleaje y las corrientes. Sin embargo existe gran variedad de organismos que viven enterrados en el sedimento (endobiontes) o se desplazan por encima de él. Las comunidades que se asientan en este medio varían en función del tamaño de las partículas del sedimento, ya que de esto depende la porosidad del sustrato, que a su vez condicionara la renovación del agua intersticial y el espacio disponible para los organismos que viven en dicho medio. El tamaño de las partículas depende del hidrodinamismo de la zona, si éste es tan fuerte como para arrastrar los sedimentos finos (fangos) mar adentro, predominaran en el lugar sedimentos gruesos (gravas, arenas), los cuales están bien oxigenados, son pobres en materia orgánica y bacterias y ricos en organismos intersticiales. Si el hidrodinamismo es escaso, aparecerán sedimentos finos, que están mal oxigenados, son ricos en materia orgánica y pobres en organismos intersticiales. En este tipo de fondos predomina las algas unicelulares, quedando las pluricelulares relegadas a fondos detríticos. La fauna sin embargo es bastante diversa predominando organismos endosimbiontes del tipo moluscos, poliquetos, crustáceos y equinodermos, y en menor cantidad esponjas, cnidarios y peces.

Dentro de la fauna destacan las especies filtradoras en fondos de partículas gruesas y las sedimentivoras en los de partículas finas. Las especies carnívoras son relativamente escasas.

Las comunidades de Fondos Blandos se distribuyen en función de la profundidad de la siguiente forma:

Zona supralitoral:

-La desecación de esta franja será mayor o menor en función del tamaño de grano y de la cantidad de materia orgánica arrojada a la playa por el mar.
-En playas de cantos o gravas, que poseen pocos restos orgánicos, la desecación es rápida, existiendo en este medio de condiciones tan duras solo 2 tipos de crustáceo de hábitos nocturnos, un anfípodo y un isópodo.
-En playas de arena o fango donde la cantidad de restos orgánicos es importante, la desecación es lenta potenciando con ello una fauna mas abundante constituida principalmente por pequeños crustáceos.

Zona mediolitoral:

Los limites de esta zona son difíciles de establecer ya que el grado de humectación depende de oleaje mareas y del tamaño de grano del sedimento. Así se pueden dar dos tipos de comunidad:

-Comunidad detrítico mediolitoral: Ésta aparece en playas de cantos o gravas y debido a las duras condiciones del medio, fauna y flora son escasas apareciendo tan solo algunos pequeños crustáceos y moluscos gasterópodos. También se puede observar al cangrejo Pachygrapsus marmoratus.

-Comunidad de arenas mediolitorales: Típica de playas arenosas en las que destacan poliquetos errantes y crustáceos anfípodos que habitan entre los granos de arena.

Zona infralitoral:

- Comunidad de guijarros infralitorales: Se localizan en los guijarros y cantos propios de calas y zonas protegidas del fuerte hidrodinamismo. Aun así, la movilidad del sustrato es continua impidiendo que presenten una cobertura mayor. En periodos de calma prolongados o en cantos de mayor tamaño, la cobertura vegetal podría evolucionar hacia aspectos empobrecidos de la biocenosis de algas fotófilas infralitorales de modo calmo.

La fauna asociada cuando existe cierta estabilidad consta de cnidarios como Anemonia sulcata, platelmintos como Stylochus pilidium, nemertinos como Lineus geniculatus, moluscos como Octopus vulgaris o Berthella plumula, poliquetos (Sabella pavonica), crustáceos(Palaemon elegans), equinodermos(Ophioderma longicaudum), ascídia(Botryllus schlosseri) y peces(Gobius bucchichi, Lepadogaster candollei).

- Comunidad de arenas finas superficiales: Ocupa la franja que va de los 0 a los 3 o 4 metros de playas arenosas sometidas a la acción del oleaje. Las especies mas destacadas pertenecen a moluscos y son Psammocola depressa, Chamelea gallina y Donax trunculus entre otras.

- Comunidad de arenas finas bien calibradas: Se instala en arenas finas, homogéneas, generalmente de origen terrígeno, sin un enfangamiento prolongado y en zonas de pocas corrientes. Se distribuyen a partir de los 3-4 metros de profundidad, donde el oleaje deja de tener efecto y hasta donde empiezan las praderas de Posidonia, los céspedes de Cymodocea o los 20-30 metros cuando no existen comunidades de fanerógamas marinas. En este entorno hay ausencia total de algas y fanerógamas marinas, encontrándose fauna del tipo cnidarios(Cerianthus membranaceus), moluscos(Venerupis pullastra, Venerupis decussata), crustáceos(Panaeus kerathurus), equinodermos(Holothuria tubulosa, Astropecten bispinosus) y peces(Scophthalmus rhombus, Trachinus draco, Lithognathus mormyrus).

- Comunidad de arenas fangosas en modo calmo: Se sitúa principalmente en la zona mas cercana a la superficie aunque puede aparecer a mayor profundidad. Se instalan en zonas de reducido hidrodinamismo o donde se da un aporte excesivo de limos terrestre, donde el sedimento suele ser fangoso-arenoso. Respecto a especies de flora destacan Caulerpa prolifera y Cymodocea nodosa. En fauna destacan moluscos como Conus mediterraneus y Turritella turbona entre otros, poliquetos(Myxicola infundibulum), crustáceos(Panaeus kerathurus, Carcinus aestuarii), equinodermos(Holothuria polii), ascídias(Ecteinascidia turbinata) y peces (torpedos, gobios...)

- Comunidad de césped de Cymodocea: La Cymodocea nodosa es una fanerógama que se instala sobre arenas finas o fangosas en zonas de hidrodinamismo bajo. En este sustrato viven además cnidarios(Bunodeopsis strumosa), moluscos( Pinna nobilis, Aplysia fasciata), equinodermos(Echinaster sepositus, Astropecten spinulosus) y peces (hipocampos, torpedos, gobios....)

- Comunidad de pradera de Posidonia: La Posidonia oceanica es una fanerogama marina endémica del mar Mediterráneo que constituye el ecosistema clímax mas importante de éste. Tal es su importancia que es el principal productor primario, generando de 4 a 20 litros de oxigeno por metro cuadrado y una media de 38 toneladas de biomasa en peso seco por hectárea. En aguas someras forman arrecifes-barrera que mantienen el equilibrio sedimentario con el litoral, ya que atenúa el efecto del oleaje. El entramado de raíces y rizomas estabilizan el fondo consolidando el sedimento que es retenido y precipitado por las hojas en continuo movimiento. Los arribazones(restos de hojas secas que llegan a la orilla) atenúan el impacto del oleaje en la playa, protegiéndola y evitando la regresión de la línea de costa. Las praderas de Posidonia estructuran el fondo y son el hábitat de mas de 400 especies de plantas y 1000 animales, además de ser una importante zona de reproducción, puesta y alevinaje para muchas especies de peces, moluscos y crustáceos.

La degradación de las praderas de Posidonia produce una alteración en los procesos de erosión e inestabilidad en los fondos marinos. Se ha estimado que la reducción de un metro de pradera puede provocar la perdida de 15 a 18 metros de litoral. Por todo ello, el estado de conservación de las praderas de Posidonia es uno de los mejores indicadores de salud del mar Mediterráneo. Las hojas son ocupadas por especies pequeñas, de vida corta y crecimiento rápido, pudiendo incluso perder éstas la capacidad fotosintetizadora por tener su superficie recubierta. Algunas de las especies que aparecen son algas como Dyctiota dichotoma, cnidarios como Alicia mirabilis o Sertularella allisi y ascidias como Botryllus schlosseri. En los rizomas se instalan especies propias de fondos rocosos. En la parte enterrada de los rizomas aparecen especies propias de fondos blandos como bivalvos, poliquetos y pequeños crustáceos. Algunas de las especies que aparecen en los rizomas son, respecto a flora especies como Jania rubens o Padina pavonica, y respecto a fauna especies de esponjas, cnidarios, moluscos, poliquetos, crustáceos, briosos, foronídeos y ascidias.

Zona circalitoral:

-Comunidad de fondos detríticos costeros: Éstas se sitúan en fondos cuyo sustrato es una mezcla de elementos de origen terrígeno y origen biógeno. Se extiende desde el final de la biocenosis de arenas bien calibradas, pradera de Posidonia, precoralígeno o coralígeno, hasta profundidades de 100 metros o más. En este sustrato encontramos muchas especies de flora (Valonia utracularis, Arthrocladia villosa...) y fauna como esponjas, cnidarios, equiuroideos, moluscos(Pinna nobilis), poliquetos, crustáceos, briosos, foronídeos, equinodermos, ascidias y peces.

- Comunidad de fondos detríticos enfangados: En este sustrato se instala una comunidad mucho mas empobrecida que la anterior, y lo hace sobre las zonas de enfangamiento de los fondos detríticos, por la influencia de aportes terrígenos provenientes de ríos o ramblas. El sedimento puede ser desde arena muy fangosa a un fango compacto, pero siempre lleva un cierto porcentaje de componente en gravas o restos calcáreos. En esta comunidad habitan cnidarios, moluscos, poliquetos, crustáceos, equinodermos, ascidias y peces.

En cuanto a los Fondos Duros, las superficies de estos fondos están prácticamente cubiertas por una capa continua de organismos. Debido a la escasez de los fondos y a su gran estabilidad, la competencia por el espacio es una de sus características fundamentales. Por otro lado su gran diversidad topográfica proporciona una gran diversidad de hábitat permitiendo la implantación de comunidades diferentes.

Por lo general en estos fondos predominan especies epibentónicas, mientras que por la dificultad para perforar el sustrato, las especies endobentónicas son raras. Las comunidades de fondo duro se distribuyen en función de la profundidad de forma que en comunidades de aguas poco profundas predominan las especies algales, mientras que en aguas profundas las especies predominantes son animales. Así tenemos según las zonas:

Zona supralitoral: En estas duras condiciones de insolación y variaciones térmicas, los organismos existentes son reducidos.

- Comunidad de la roca supralitoral: Esta comunidad se encuentra en la franja de roca constantemente emergida y esta sometida a una pobre humectación y a una fuerte insolación, se compone de algunos crustáceos y moluscos.

Zona mediolitoral: Es una zona estrecha por la reducida amplitud de la marea y en ella se pueden distinguir dos zonas con dos comunidades diferentes.

- Comunidad de la roca mediolitoral superior: Situada en la franja superior inmediatamente por debajo de la biocenosis supralitoral, esta sometido a mayor grado de humedad que la anterior. Principalmente existen especies de algas, moluscos y crustáceos.

- Comunidad de roca mediolitoral inferior: Esta comunidad, al estar sometida a una constante inmersión-emersión, tiene una gran diversidad de especies, fundamentalmente algales.

Zona infralitoral: Al ser una zona continuamente bajo el agua, las condiciones permiten una mayor diversidad.

- Comunidad fotófila de la roca infralitoral de modo batido: Se encuentra en los primeros centímetros bajo el nivel del mar, en zonas rocosas iluminadas de fuerte hidrodinamismo y aguas limpias. Contiene muchas especies de flora y fauna.

- Formación de vermétidos: Lo constituyen una estructura de tubos calcáreos formados por los moluscos sésiles Dendropoma petraeum y consolidados por los talos de rodofíceas principalmente (Spongites notarisii). Estas comunidades se asientan sobre roca litoral batida en zonas de baja contaminación.

- Comunidad de algas esciáfilas infralitorales de modo batido: Situada en lugares protegidos de la iluminación directa y con influencias del oleaje, recubriendo grietas, paredes verticales y caras interiores de cornisas.

- Comunidad de algas fotófilas infralitorales de modo calmo: Esta comunidad se instala sobre roca o sedimentos consolidados en zonas iluminadas y protegidas del oleaje. Es un sustrato de marcada dominancia vegetal, donde los únicos animales que se distinguen en principio son peces. Tiene una gran importancia paisajística.

- Comunidad de rodofíceas calcáreas incrustantes y erizos: Comunidad fotófila ubicada en superficies rocosas y acantilados, resultado de la actividad excesiva de animales fitófagos o de un fuerte hidrodinamismo.

- Comunidad de precoralígeno o de algas esciáfilas de modo clamo: Ubicada en fondos protegidos de la luz directa, pero no débilmente iluminados. Es una comunidad paisajisticamente importante y a medida que avanza la profundidad, los invertebrados y las algas rojas se van haciendo mas predominantes.

Zona circalitoral: En esta zona la luz es más tenue, el hidrodinamismo mas leve y las aguas frías, pudiendo existir fuertes corrientes. Estas condiciones favorecen el desarrollo de algas calcáreas incrustantes y la existencia de órganos suspensívoros. En esta comunidad se implanta el coralígeno que es una de las comunidades paisajisticamente mas bellas del bentos mediterráneo.

- Comunidad de coralígeno o de algas esciáfilas circalitorales de modo calmo: Estructura organógena construida por algas calcáreas o coralináceas y dominada por organismos suspensivoros.

- Comunidad de grutas semioscuras y extraplomos: Comunidad ubicada en extraplomos, grietas y entradas de cuevas donde la luz esta muy amortiguada reduciéndose fuertemente el componente algal. Constituye una unidad paisajisticamente muy atractiva.

Especies de especial importancia


En el Mediterráneo existen especies de especial importancia como son Lithophaga lithophaga (fondos rocosos del infra y circalitoral), Pinna nobilis(fondos de arena, detríticos y praderas de Posidonia del infra y circalitoral), Patella ferruginea (especie muy rara ubicada en puntos muy concretos del Mediterráneo meridional), Centrostephanus longispinus (fondos rocosos o fondos detríticos de arena o fango del infra y circalitoral), Caretta caretta (especie pelágica), incluidas en el anexo VI de la Directiva Europea relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres.

Así como especies catalogadas como “amenazadas” dentro del ámbito de áreas naturales protegidas como el Paraje Natural de los Acantilados de Maro - Cerro Gordo y el Parque Natural Cabo de Gata-Nijar; sitios donde destacan especies de flora como Cymodocea nodosa, Posidonia oceánica, Neogoniolithon notarisii, Mesophyllum lichenoides y de fauna como Spongia officinalis (Esponja de baño),Hippospongia communis (Esponja de caba-llo), Petrosia ficiformis, Astroides calycularis, Cladocora caespitosa (Madrepora mediterránea), Phyllangia mouchezii, Eunicella verrucosa (Gorgonia blanca), Dendropoma petraeum (Verme-tido de arreci-fe), Erosaria spurca (Porcelana), Luria lurida (Porcela-na), Charonia lampas (Bocina, Caracola), Arca noae (Arca de Noé), Barbatia barbata (Arca pelosa), Spondylus gaederopus (Ostra roja), Pinna rudis (Nacra), Octopus macropus (Pulpo patilargo), Spirographis spallanzani (Plumero de mar), Scyllarides latus (Cigarra de mar), Scyll-arus arctus (Santiaguiño), Palinurus elephas (Langosta), Maja squi-nado (Cento-llo), Eriphia verrucosa (Cangrejo moruno), Brachycarpus biunguiculatus, Stenopus spinosus, Myriapora truncata (Falso coral), Sertella septentrionalis (Encaje), Pentapora fascialis, Asterina gibbosa (Estrella de capitán), Coscinasterias tenuispina (Estre-lla de siete brazos), Echinaster sepositus (Estrella espinosa roja), Ophidiaster ophidianus (Estrella purpú-rea), Paracentrotus lividus (Erizo de mar co-mún), Sphaerechinus granularis (Erizo de mar violáceo), Halocynthia papillosa (Ascidia roja), Microcosmus vulga-ris, Phallusia mammillata (Piña de mar).

Carlos Norman Barea.
Profesor Asociado de Ecología.
Facultad de Ciencias del Mar.
UNIVERSIDAD DE CADIZ

jueves, 6 de diciembre de 2007

You know...Paper let everything




Mi medio y mi ambiente.

Mi medio, unos días es el campo, el monte, el mar y todo lo que huela a naturaleza y otros días es la ciudad, su tráfico, sus contenedores, esos escuálidos espacios verdes y la cotidiana sensación de que los días pasan con un ritmo similar al del paso de los autobuses; es decir, sorprendiéndote con sus demoras, cuándo menos las necesitas.

Mi medio también se conforma por los recuerdos de aquel álamo en el que grabe mis primeras inscripciones, casi cuneiformes, con el filo de una chapa de Cinzano; cuando no había reciclaje de metales pero, paradójicamente, no se encontraban chapas, porque todas estaban integradas en unos artesanales equipos de fútbol que jugaban a este difundido deporte con algo tan simple como un garbanzo. Mi medio nos ofrecía la posibilidad de corretear por unos campos de deportes, de los de antes – es decir pura tierra batida y sin necesidad de acudir a los alberos de Alcalá de Guadaira -, ubicados en lo que hoy coincidiría con la M-30 de Madrid o con el transitado Paseo de Ronda en Granada.

Mi medio eran los auténticos paseos –Avenidas amplias, con un vial exclusivamente peatonal, por donde realmente se podía pasear en verano, al cobijo de las sombras proyectadas por las acacias -, donde descansar era una actividad social, compartida e integradora.

El ambiente, ese entorno que nos hace sentirnos cómodos, ese espacio multidimensional que nos resulta próximo; era un ambiente entrañable. Precisamente por ello quizás, sea mejor decir mi ambiente. Pues mi ambiente, era el ambiente general de mi barrio. Yo he sido un chico de barrio, a mucha honra. Y bajo esa condición mi ambiente, era el de la frutería de la esquina adornando las mañanas del vecindario con una gama multicolor que oscilaba entre el verde chillón de las sandías y el rojo granate de las remolachas; mi ambiente era el que se alegraba la vista con la visita del trapero que recogía cartones, ropa vieja y enseres varios –clara premonición del reciclaje, que en aquella época se entendía más en clave política de reconversión, para aquellos que mantenían posiciones “excéntricas”-; un trapero-ambientador que discurría entre chavales de calzón corto que se afanaban en hacerle la competencia por algún que otro retal, con el encomiable objetivo de estructurar una pelota de trapo que les permitiera emular a D’Stefano.

Lejos quedaban en aquel entonces, el Protocolo de Kioto, la Cumbre de Río de Janeiro y el Convenio de Barcelona. Quizás tan lejos como puedan quedar ahora, a pesar de que los aerosoles de Rexona ya no están de moda y a pesar de los contenedores de colores para la recogida selectiva de residuos.

¿ Por cierto, alguien querría explicarme, cómo es posible que en otros países las empresas de reciclaje compensen con regalos a los sufridos ciudadanos que participan en la recogida selectiva y aquí, que el volumen de residuos per capita es mayor y la disposición ciudadana francamente favorable, no se compra por parte de éstas empresas ni un mal rollo de papel del water para los que, por citar algún ejemplo, depositan algunas decenas de kilos en esos deslumbrantes contenedores azules, verdes o amarillos?.



Como venía diciendo, todo lo más, mi ambiente llegaba hasta el punto kilométrico donde al 600 se le calentaba el motor; Así, unos días, la periferia de mi ambiente era la ribera de algún cauce –por aquel entonces limpio- no muy distante y, otros días, se circunscribía a algún retazo de bosque de encinas, a una chopera o a algún pinar de repoblación. Mi ambiente, en ocasiones, también se enriquecía con una visita al zoo –parque temático de una postguerra española que se hizo demasiado larga- desde donde, la imaginación volaba a frondosas selvas tropicales divulgadas, no precisamente por el National Geographic, sino más bien por las novelas de Emilio Salgari. El zoo, era un buen modelo de cómo la normalización de cualquier producto, se abría paso en el mercado de los animales a golpe de reja de fundición, aviarios de malla trenzada o fosos disuasorios, a los que se les añadían algo así como catorce o quince metros de diferencia vertical entre la superficie del animal observado y el observador. Estaba bastante claro que, también por esa época, empezó el despegue del sobredimensionamiento proyectista de las obras públicas.

Y tras toda esta visión sepia de una época no muy lejana. Queda reflexionar sobre el Medio Ambiente a día de hoy, o más concretamente sobre mi medio y mi ambiente. No nos engañemos la cercanía es un factor determinante y, si no lo creen, hagan ustedes mismos el esfuerzo de comprobar cuántos grupos ecologistas baleares están sensibilizados frente a la pérdida de biodiversidad que han ocasionado los eucaliptares en las sierras onubenses o cuántos cántabros defensores de la integridad de la Bahía de Santoña se han visto en manifestaciones contra las urbanizaciones en el Desierto de Tabernas. Por lo tanto, pregúntense: ¿Queda algo de esas postales en tonos sepia que llenaban el día a día de mi infancia?. Pues, va a ser que no.

Y esta respuesta negativa representa el mejor ejemplo de la ausencia de modelos predictivos, la carencia secular de proyecciones y planificaciones bien estructuradas y adecuadamente implementadas. Y ante esta situación, uno que, sinceramente, vive y se preocupa por y para esas cosas de la perspectiva científica de la ecología y de su incorporación a la gestión medioambiental del día a día; no alcanza a comprender: ¿Por qué no se valora lo suficiente la cotidianeidad y la sencillez de nuestro entorno?

Resulta paradójico comprobar como para construir un modelo ecológico, se recurre a la simplicidad para abordar posteriormente posibles e imprescindibles complicaciones; en cambio, la política medioambiental tiende a partir de complejas decisiones, a veces incluso de decisiones contradictorias, para urdir un entramado, en ocasiones de enrevesada comprensión, que cuando aboca a una situación de difícil salida, es sustituido, remodelado y transformado hasta que su adaptabilidad y consenso –también se podría decir complacencia- los hace asumibles (Aplíquese aquí, el ejemplo de la actitud displicente de ciertos países ante la suscripción del Protocolo de Kioto o la falta de un compromiso riguroso de otros interlocutores ante la moratoria a la captura de ballenas).

Hablar de Modelos ecológicos es como hablar de infidelidades. Es un auténtico episodio de concupiscencia, donde vas cambiando de modelo como quien cambia de calcetines y, aproximadamente, con una frecuencia muy similar. Siempre se empieza por un modelo joven con capacidad de crecer y acrecentar su complejidad y experiencia. El mío, en este caso, quiero que sea femenino. Un buen modelo además tiene que ser autorreplicable y capaz de reproducir y transferir a posteriores etapas toda la sabiduría que atesora; es decir, tiene que ser un modelo que enseñe bien cual es el papel que tiene que jugar cada uno de sus elementos en todo momento. Mi modelo continua en


esa línea y, se ha convertido en una gran madre. Un modelo además tiene que contener ecuaciones, incógnitas y, como no, soluciones posibles. Mi modelo les aseguro, que mantiene aún muchas interrogantes y, como no, de vez en cuando nos revela alguna que otra solución inesperada. Por último un buen modelo tiene que ser capaz de anticipar consecuencias. Mi modelo, no les quepa duda, sabe muy bien cual va ser el resultado final. Para concluir conviene tener en cuenta que, si nuestro modelo funciona, no hay que retocarlo ni cambiarlo en lo más mínimo. Mi modelo no ha cambiado –al menos, por decisión propia- desde tiempo inmemorial. Sólo queda añadir que el modelo pueden ustedes denominarlo como mejor les apetezca. El mío, el que yo he elegido se denomina: Tierra.

Por lo tanto, mi medio y mi ambiente, podríamos deducir que no son otra cosa que submodelos, dentro de ese modelo general que hemos deducido de los párrafos anteriores. Sin embargo, el hecho de que un viejo álamo, con la corteza arañada por la inquietud desbordada de ciertos infantes, desaparezca de manera irreversible, rompe las reglas del juego de los modelos ecológicos; Pero, curiosamente no es un fallo del modelo, sino un fallo, un error de bulto, del modelador.

El día mundial de Medio Ambiente, que secularmente se ha venido olvidando de muchos solitarios álamos perdidos, en el contexto del proceso de modelado podría considerarse algo así, como la descripción del paisaje rural en el argumento de la ultima novela de Carlos Ruiz Zafón: La sombra del viento. Sería algo así como el paso fugaz de un cernícalo, sobrevolando las copas de las acacias que antaño abundaban en nuestros paseos. Un día mundial es un adorno discreto que, pasaría inadvertido, de no ser por el tremendo despliegue que se utiliza para presentarlo en un envoltorio atrayente. Aun así, volviendo al tono personalista de los primeros párrafos, he de reconocer que mi modelo preferiría menos adornos y más submodelos “ad hoc” y modeladores “ad libitum”. Modeladores, a ser posible, más encandilados en los algoritmos funcionales que en la publicidad promocional. También preferiría muchos submodelos personalizados, locales y ajustados a la realidad que los envuelve, más que un mega-modelo de difícil aprehensión. Pero, probablemente, todo esto, se deba a que soy un nostálgico de aquel entrañable texto de E.F. Schumacher, titulado: “Lo pequeño es hermoso” y, por lo tanto, en ese proceso de reducción hacía lo pequeño seguramente habré olvidado muchas cosas por el camino. Consecuentemente hago firme propósito de enmienda para la próxima vez.

Carlos Norman Barea.
Profesor Asociado de Ecología.

Éticas varias...



ÉTICA PARA MEDIOAMBIENTADORES.

La definición de ética aplicada a la toma de decisiones medioambientales no es fácil, teniendo en cuenta que el ámbito cultural, en el que se desarrolla la ardua tarea de gestionar el medio Ambiente, es impreciso y variable; por tanto no podemos caracterizar lo ético como sinónimo de honestidad; para que así fuera, sería necesario adoptar un marco global en el proceso de toma de decisiones.

Etimológicamente Etica se deriva de la palabra griega “ethos” que significa ¨morada¨, fundamentada en la estructura de la persona. Por consiguiente podríamos decir que la ética es la ciencia de los actos humanos encaminados hacia el bien. Pero la ética, también es un conocimiento de la conducta propia dirigida a orientar nuestra actividad hacia el bien. Parte de la persona humana, se vale del conocimiento de sus actos y termina por elevar su condición natural. Así pues, la ética es la ciencia de las variopintas
acciones y reacciones del ser humano.

La persona humana con su espiritualidad se estructura a través de tres características: La persona es un ser individual separado de los otros, irrepetible, gracias a su espíritu. La persona es libre y responsable de sus propios actos debido a su inteligencia, mediante la cual es capaz de entender no sólo las cosas, sino el fin de éstas, sus actos y el sentido de su propia vida. Finalmente la persona es intimidad.

Con todo ello podemos decir que un problema de ética en los servicios públicos medioambientales y/o medioambientadores existe siempre y cuando los servidores públicos, bien de manera individual o colectivamente, usen sus desempeños, de tal forma que expongan la confianza pública a conflictos de lealtades o valores, o como un resultado de intentos para lograr alguna forma de ganancia privada a expensas del bienestar público o del bien común.

A la vista de lo que antecede y, teniendo en cuenta que la gestión ambiental está integrada, básicamente, dentro del organigrama de los servicios públicos que la Administración, en sus diferentes niveles: estatal, autonómico, local e institucional, ofrece a los ciudadanos; Habrá que considerar que ciertas carencias éticas en los medioambientadores públicos pueden deparar resultados no deseables para ese bien común que es nuestro Medio Ambiente. Precisamente por ese motivo seguiremos abundando en las habilidades éticas necesarias para superar ese presunto escollo.

La profundización temática a la que se hace referencia en el párrafo anterior pone de manifiesto que existe un debate filosófico dentro de la biología y la ecología sobre si “terraformar” otros mundos es algo ético. A favor de la “terraformación” están R.Zubrin & R.L.S. Taylor quienes argumentan que es una obligación moral de la humanidad hacer del universo un lugar habitable para el ser humano tanto como sea posible; este argumento es un ejemplo de antropocentrismo. Los críticos argumentan que este punto de vista tiende a favorecer los intereses humanos en detrimento de los ecosistemas.

Hoy en día se suele distinguir entre ética del medio ambiente y ética para la utilización por parte del hombre del medio ambiente: ética homocéntrica o ética biocéntrica .Una ética del medio ambiente basada en la tesis de que el ser el humano es la medida de todas las cosas o una ética del medio ambiente, defendida por A. Leopold en la que el ser humano es considerado como una entidad entre otras en la biosfera.

De una parte podemos considerar que la ética biocéntrica se regiría por el principio de que algo es bueno, justo y aceptable entre otras virtudes, cuando tiende a preservar la integridad, la estabilidad y la belleza de la comunidad biótica, y es malo, injusto, inaceptable y equivocado entre otros defectos, cuando tiende a destruir, mutilar o alterar esta comunidad. Este punto de vista argumenta luego que hay una ética más fundamental, primaria y holística sobre la que tendrían que basarse todas las demás éticas particulares. Y a veces este punto de vista se expresa afirmando la existencia de un nuevo paradigma que tiene que derivarse de la ecología y/o de la biología (Panvitalismo).

Por otro lado habrá que tener en cuenta que la ética homocéntrica se basa en la idea de que la protección del medio ambiente es necesaria para el propio bienestar de los humanos por lo menos a medio y largo plazo. La extinción o desaparición de especies animales, vegetales o minerales constituye un riesgo para la continuidad misma de la especie humana sobre la tierra y, por tanto, debemos protegerlas porque con ello protegemos los intereses de nuestra especie. Los principales problemas medioambientales revelan conflictos entre intereses humanos y ése es, precisamente, el ámbito de las decisiones de gestión que se adoptan cotidianamente.

Abandonamos la teoría para pasar a la práctica y vamos a ver un ejemplo aplicado a nuestro sistema habitual de producción de alimentos. Consecuentemente podemos decir que aparece un conflicto de intereses en el mismo momento en que para producir un alimento en una extensión definida de tierra se puede afectar una o más propiedades de esa misma unidad de tierra o de áreas vecinas. Estos costes de una determinada afección, en definitiva, son costes con valor económico y alguien los pagará en la actual generación o en generaciones venideras.

Este es un conflicto que ha aparecido como consecuencia de las técnicas actuales, basadas en la biotecnología, la genética, la agroquímica, la mecánica, etc. Sin embargo, hay autores que nos recuerdan que este es un conflicto muy antiguo, tanto como el hombre mismo. Y en efecto así es, no hay más que recordar el caso de los sumerios en la Mesopotamia asiática y el caso de los mayas en la selva tropical centroamericana, que sacrificaron sus ecosistemas conduciéndoles al colapso de sus civilizaciones. Más modernamente, se puede citar las grandes voladuras de suelos del lejano oeste americano en las primeras décadas del siglo XX producto del monocultivo extensivo de las leguminosas y los cereales, lo cual dio lugar -como aspecto positivo- a la ley americana de conservación del suelo y de pastizales; normativa precursora de otras leyes las cuales, posteriormente, fueron influyendo en otros países.

La conciencia ambiental, necesaria para hacer valer nuestra ética, nace de entender que el ambiente no es patrimonio de una generación sino que debemos dejar la tierra que manejamos en buenas condiciones ecológicas y productivas para las generaciones futuras. También es preciso comprender que no hay un sólo uso de la tierra o de un particular ambiente, sino que hay usos múltiples de diferente naturaleza. Asi por ejemplo: los prados naturales de la Alpujarra granadina proporcionan un excelente espacio para la producción, pero no solo producen ganadería, producen fauna y flora autóctona, paisajes naturales, pesca y caza deportiva, etc.

Finalmente para concluir quiero incluir, sin más pretensión que la de simplificar, un decálogo sobre la implementación de la ética en nuestras decisiones medioambientales:

1. - Toda ética se apoya en una premisa, el individuo es miembro de una comunidad de partes interdependientes.
2. - Una ética de la naturaleza amplía los límites de la comunidad humana, para incluir el suelo, el agua, las plantas y los animales.
3. - Una ética ecológica requiere una meditación crítica acerca de las consecuencias de nuestras acciones y nuestros estilos de vida.
4. - Los seres humanos necesitan de la naturaleza para realizar todo el potencial de su humanidad. Recordemos que no somos dueños de la tierra sino meramente sus administradores y que debemos optimizar nuestra función día a día.
5. - La ética humana no debe separarse de los hechos biológicos.
6. - Toda especie tiene derecho a la supervivencia continuada en el ambiente en que vive. Para el desarrollo pleno de un organismo es esencial que éste se encuentre bien en el ambiente donde está evolucionando.
7. - La ciencia y la tecnología deben utilizarse para resolver los problemas ambientales, dentro del marco que establezca la ética y sin vulnerar nunca los derechos de los individuos a su autonomía y realización física, cultural y espiritual.
8. - Acepta la naturaleza en sus propios términos, no esperando que cambie o que sea modificada a conveniencia.
9. - Busca en las experiencias inéditas los desafíos mentales para superarlas y de los resultados aprehende el conocimiento para estimular el crecimiento espiritual y personal.
10. - Nuestro bienestar actual no debe tener preferencia sobre el de las generaciones futuras. Al contrario, nuestro trabajo es para los que habrán de venir después de nosotros.

Y dicho esto, sólo me queda añadir: “Que la ética nos acompañe...”

Carlos Norman Barea.